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Cultura | Madrid

Conoce a Monet, precursor del impresionismo y protagonista de la nueva exposición en CentroCentro

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La exposición de Monet en CentroCentro se podrá visitar hasta el 25 de febrero por 16 € con entrada general, 14€ con la tarifa reducida

Descubre con nosotros algunos datos curiosos sobre el pintor de la luz, su propiedad en Giverny y su secreta obsesión por el arte japonés

Oscar Claude Monet (1840-1926) fue un pintor francés creador del movimiento impresionista, considerado el primer movimiento de la pintura moderna en occidente. Su nueva exposición en CentroCentro explora la trayectoria profesional del artista a través de sus obras preferidas, aquellas que conservó y contempló hasta su muerte en su propiedad de Giverny (Francia).

Pero ¿Qué fue el movimiento impresionista? ¿Cómo era esta casa de Monet en Giverny? Y, sobre todo, ¿Qué le debe el pintor francés al arte japonés del período Edo (1603-1868) del que prácticamente plagió algunas de sus mejores obras?

El impresionismo, una oda a los reflejos de la luz

El movimiento impresionista tuvo lugar en Francia a finales del siglo XIX y es considerado como el primer movimiento del arte “moderno”. Un arte transgresor que escandalizó a la crítica de la época, que venía acostumbrada a un realismo técnicamente perfecto.

Imagina al crítico medio contemplando por primera vez el urinario de Duchamp colgado de las paredes de un museo, imagina a tus abuelos en el MoMa de Nueva York mientras descubren horrorizados “One: Número 31″ de Jackson Pollock, un cuadro gigante con manchones de pintura mal tirados, a diestro y siniestro, como pintaría un niño de 5 años, dirían.

«La Fuente» de Marcel Duchamp

Algo así le sucedió a Monet en el siglo XIX cuando dejó de lado la técnica para dedicarse en cuerpo y alma a capturar los reflejos de la luz. Así Luis Leroy, crítico de arte, dio nombre al movimiento al calificar despectivamente sus trazos de “impresiones”. “Impresión sol naciente” como rebautizó a uno de los cuadros del artista, fue una manera despectiva de decir que Monet había sido incapaz de reflejar la realidad por completo, que se había quedado en el intento, en la superficie.

Impresión sol naciente de Monet

Como Monet, otros grandes artistas fueron tachados de impresionistas y relegados a la vanguardia, al dandismo. Camille Pissarro, Auguste Renoir, Berthe Morison o Alfred Sisley siguieron los pasos de Monet no solo en el aspecto formal, sino también en el fondo de sus composiciones. Si antes de los impresionistas los temas imperantes habían sido los grandes temas del ser humano: la historia, la filosofía y la mitología; con el impresionismo vuelven las escenas mundanas: los paisajes, las escenas cotidianas de la vida moderna, los retratos.

La casa de Monet en Giverny

Resumiendo mucho la historia, a los franceses no les gustó demasiado el impresionismo pero el movimiento corrió como la pólvora en gran parte gracias a un cambio en la política artística de Napoleón. El por entonces Cónsul y Emperador de Francia permitió que los impresionistas expusiesen sus obras en el Salón de los Rechazados y en las Exposiciones Universales, siempre con el objetivo de dar una imagen de apertura e innovación, y así es como los más afortunados pudieron hacer carrera de la pintura. Sus obras se reconocieron internacionalmente y llegaron incluso a adquirir propiedades como es la casa de Monet en Giverny.

Monet se hizo con su casa de Giverny en 1885 gracias a la venta de algunas de sus obras en Estados Unidos. Viviría en esa casa ininterrumpidamente 43 años, la mitad de su vida.

Para él, la propiedad no fue solo un almacén donde exponer algunas de sus mejores obras, las que hoy llenan las salas de su exposición en CentroCentro (Madrid), sino que se convirtió en su refugio, en su retiro espiritual. En Giverny, Monet construyó lo que para él era el paraíso exótico por excelencia, es decir, una réplica de Japón.

La deuda de Monet con el arte japonés del período Edo

Visitar la casa de Monet en Giverny es un viaje en el tiempo, no a esos últimos 43 años de su vida, sino al siglo XVII en Japón. Jardines japoneses, bosques de bambú y grabados “ukiyo-e” llenan el jardín y las paredes del pintor en la que fue su última residencia. Monet se inspiró en el arte japonés hasta tal punto que llegó a calcar motivos y escenas del “ukiyo-e”, escenas cotidianas de la sociedad Edo en Japón que reflejaban los valores y la filosofía de una sociedad que no entendía, pero a la que recurrió para inspirarse en obras tan conocidas como “Los Nenúfares”.

El Jardín de Monet en Giverny

El japonismo estuvo muy de moda en la Francia impresionista. Llegó de la mano de una mujer, Madame Desoye, que en 1862 abrió una pequeña tienda de decoración llamada “La Porte Chinoise”. En ella, Desoye exhibía todo tipo de objetos orientales de la India, China y Japón, motivo por el cual albergó a diferentes personalidades del mundo intelectual y artístico. Por su tienda pasaron Baudelaire, Whistler, Fantin-Latour y, el hombre que nos ocupa, Oscar Claude Monet.

Obsesionado como estaba con el arte japonés, Monet se dedicó a recrear el modo de vida japonés en el que fue su último proyecto conocido, su residencia de Giverny. Allí concentró sus mejores obras, las propias y las descubiertas, pequeñas estampas japonesas que inspiraron su forma de entender la naturaleza. Que finalmente le convirtieron en el pintor de la luz y de la naturaleza que todos conocemos.

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