Mario Hernández: “Darle una solución al espectador sería demagógico, moralmente peligroso y artísticamente aburridísimo”

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2 meses atrasel
Por
Andrea García
“Nunca hubo una intención de hablar de mi generación ¿Por qué? ¿Porque los personajes están perdidos y no saben qué hacer? Eso le pasa a todo el mundo” / “En el acto de poseer a alguien, te sientes más tranquilo, más feliz, más fuerte, con menos miedo… Y eso creo que es muy egoísta, que es muy feo y que es muy humano”
“Tregua(s)” es un coladero. Un rato con dos amantes que llevan 10 años conociéndose, retándose, encontrándose y ocultándose, de sus parejas, de la prensa, de los fans. Durante 90 minutos, que como bien dice Mario Hernández, parecen pocos, pero son muchos, Ara y Edu nos dejan entrever los entresijos de una relación que no siempre es fácil, ni honesta, ni buena; pero siempre es interseccional, divertida y ligeramente intelectual. Desde esos 6 gloriosos minutos de sexo inicial hasta el escondite adolescente por los pasillos del hotel en el que se encuentran, los protagonistas hablan y ríen, desvelan medias verdades o medias mentiras, en una tregua que se sale de su “vida real” si es que esto es posible.
Sobre el director…

Mario Hernández durante el rodaje de Tregua(s)
Mario Hernández es director y guionista de cortometrajes, director y dramaturgo escénico y, además, es creador y coordinador del ciclo Sintonías Literarias de Radio Nacional de España, un programa maravilloso de esta nuestra radio pública que nos trae el teatro a los oídos, a la vida cotidiana, a los paseos en coche.
Con “Tregua(s)”, su primer largometraje, Mario ha ganado cinco premios Astarté en el Festival de Ibiza y tres en el de Alicante: galardón a mejor película, actriz y guion. Con “Tregua(s)” ha dado el salto a las presentaciones internacionales participando en el London Spanish Film Festival. Pero, sobre todo, con “Tregua(s)” ha conseguido abrir una conversación absolutamente intergeneracional sobre las relaciones, sobre la imposibilidad de definirlas, sobre el poliamor o los amantes de toda la vida.
Sin pretensiones de convertirse en el emblema de una generación – la de los nacidos en los 80 – la película consigue ahondar en la terminología de las relaciones sin sentar cátedra ni tomarse demasiado en serio a sí misma. Ya sea por la pretendida ligereza de Salva Reina o por el increíble control del drama de Bruna Cusí, lo cierto es que “Tregua(s)” consigue poner en boca de dos “cuarentones” el término poliamor sin resultar autoparódica. Y ya solo por eso se le perdona a Mario Hernández cualquier referencia a Annie Hall.
Conversando con Mario Hernández
P. ¿Qué tal Mario cómo estás?
R. Pues bueno, como te decía antes, muy contento. Muy ilusionado con la llegada de la película a las salas que al final es de lo más emotivo que hay. Es de lo más emocionante para un contador de historias poder compartirlo con cuanta más gente mejor y en ese sentido el cine yo creo que ha sido la cuna de la educación de muchísima gente. De mi generación, de generaciones anteriores y, aunque no lo parezca, incluso de generaciones nuevas.
P. “Tregua(s)” se ha estrenado en salas este viernes 22 si no me equivoco
R. Correcto
P. ¿Nos puedes contar qué va a encontrarse la gente cuando vaya a ver la película?
R. Bueno, “Tregua(s)” es una… nos gusta llamarla una antihistoria de amor. Es una vuelta de tuerca a las relaciones de pareja que se adscribe a géneros muy populares por así decir, como es el de la comedia o el drama romántico, pero donde hemos buscado ir un poco más allá. Que sea más compleja, que sea más oscura, que no sea tan fácil. Sobre todo, que no de respuestas. Que sea un poco más, quizá, como los tiempos que vivimos. Que son más oscuros, que son más complejos y sobre todo que permiten muchas más interpretaciones y sentimientos de cada uno.
P. Estamos aquí haciendo la entrevista un domingo (te pido perdón por esto, ya antes de nada) porque la semana que viene tienes un viaje a Londres para la proyección internacional de la película
R. ¡Mañana! Mañana me voy para allá, el martes ponen la película en el London Spanish Film Festival y me voy mañana ya. La verdad es que me apetece mucho. Aparte del viaje y de que así te escapas un poco de esta semana de locura, también que va a ser un tipo muy distinto de público que todavía no he conocido. No es el público que hemos tenido en Málaga, en Alicante, en Ibiza… Aunque sea un festival de cine español está enfocado al público británico y… ¡a ver cómo la reciben! Yo creo que la película habla de sentimientos y de cosas universales, pero siempre es interesante ver cómo la van a recibir fuera, es una oportunidad que con el teatro tienes pocas veces. En el caso de mis cortometrajes sí que han viajado mucho y han tenido premios fuera pero nunca he podido acompañarlos.
“Los cortos han viajao’ muchísimo más que yo, pero yo suelo quedarme en casa y esperar a que vuelvan”
P. ¿Cómo surgió la idea de la película? ¿Tenías la intención desde el principio de que Salva Reina fuese el protagonista?
R. Sí. Salva estaba desde el principio, desde la redacción del guion, por lo que tú decías. Trabajamos juntos en Por Sifo. Y creo que tanto Jon Plazaola como Salva entienden el trabajo y la forma de afrontarlo de una manera bastante similar a la mía. A la hora de pensar el proyecto, te gusta rodearte de la gente con la que sientes esa sintonía. Es verdad que el personaje de Edu estuvo escrito desde el momento uno para Salva y cuando se lo pasé, con la idea de ver cómo podíamos encontrar productora, él me dijo que estaba pensando en empezar a producir.
P. Y ¿qué pasó con el papel femenino? Porque sí que tengo entendido que Bruna Cusí no fue tu primera opción…
R. No, bueno, más que eso es que había otra actriz que se había interesado en el proyecto, aunque luego por cuestiones de agenda fue imposible. Cuando cuentas con actores como Salva Reina, que no paran, que siempre están metidos en mil cosas y además estás rodando una película pequeña en la que el calendario es más variable, suceden este tipo de cosas. En ese momento es impactante, sobre todo si es tu primera película, pero realmente pasa muy a menudo. Y nada, le ofrecimos el guion a Bruna, le gustó mucho y se tiró literalmente a la piscina, porque quedaban tres semanas para empezar a rodar.

Mario Hernández, Bruna Cusí y Salva Reina en el rodaje de Tregua(s)
P. El rodaje también fue corto ¿no? ¿tres semanas?
R. Sí, el rodaje fueron tres semanas, quince jornadas. Realmente… no fue tanto por una cuestión presupuestaria (que al final todo es por una cuestión presupuestaria) sino porque es una película que te permite un rodaje en esas fechas. Al estar dividida en tres grandes bloques, hay tres escenarios donde transcurre la mayor parte de la acción. Si que es verdad que todo lo demás que está fuera es lo que nos descuadraba un poco la agenda, pero bueno, yo creo que, aunque tuvieses ocho semanas, siempre dirías que te falta una novena y, además, lo jugamos a nuestro favor. Afrontamos el rodaje con esa intensidad y todo el equipo técnico de la película hizo una labor impresionante. Estaban a mil siempre, aunque fueran las 5 de la mañana. Siempre con una sonrisa y con un muy buen ambiente de rodaje. Estábamos tan concentrados con esa intensidad que creo que también se nota en lo compacta que es la película.
“Al final todo es por una cuestión presupuestaria”
P. Justo, te iba a preguntar también en cuanto a la intensidad, si hay algún referente en el plano teatral, si te has inspirado en alguna obra concreta
R. No. La referencia más clara de “Tregua(s)” es la película “En la cama” de Matías Bize. Es una película de primeros de los 2000 que cuando la vi por primera vez me impresionó muchísimo porque era hora y media de película, pero con solo dos personajes. No ya en una habitación, sino en la cama, en la propia cama. Creo que apenas bajaban de la cama para ir al baño y además estaban prácticamente desnudos durante toda la película. Es una producción chilena increíble de la que luego se han hecho varios remakes internacionales como “Habitación en Roma” de Julio Medem, pero la original de Bize fue muy impactante. ¿Cómo era posible que en 90 minutos – que parecen pocos pero son muchísimos – dos personajes que estaban tan desnudos física y espiritualmente pudieran enganchar tanto?
Para mí, lo único que tiene de teatral, no es que haya poca localización o esos espacios cerrados sino, más allá de eso, que se sustenta en la palabra y en el intérprete, que son como los dos pilares del teatro.
Esos códigos de diferenciar teatro y cine yo creo que hace tiempo que quedaron obsoletos. El teatro tiene ahora un lenguaje mucho más cinematográfico de lo que tenía hace tiempo.
La propia narrativa teatral ha cambiado mucho en estos años. No hay más que ver una obra de Andrew Bovell que se llamaba “Cuando deje de llover” que abarcaba como 200 años de una familia en Australia o a Juan Mayorga con el parque… el bar de todos los españoles… (¿?) ahora no recuerdo exactamente el título, pero esa película era puro cine, no teatro. Las barreras entre una disciplina y otra están bastante rotas y creo que para bien.
P. ¿Cómo estás llevando la presentación de la película en sociedad? ¿Qué te están pareciendo las críticas tanto del público como las profesionales?
R. Bueno, a la mayoría de gente con la que hablas le ha gustado y a los que no les ha gustado… se levantan y se van. La película al final si que remueve, si que ha encontrado una conexión con el espectador y además de edades muy variadas. Yo pensaba que iba a conectar más con la gente de 35-40 pero hay gente muy joven a la que también le está removiendo, incluso a gente mayor.
Es bonito, en estos coloquios que estamos teniendo, ver como “Tregua(s)” les trae, no necesariamente un recuerdo, pero sí una emoción y un sentimiento que desean compartir. Al fin y al cabo, así nace cualquier inquietud de querer contar algo, de querer compartir “eso”.
P. ¿Has buscado de manera consciente crear un relato generacional?
R. He leído varias cosas por ahí que dicen que sí, que “Tregua(s)” se empeña en ser relato generacional. La verdad es que no, esa intención no está nunca. Pensé que apelaría más a gente de 35-40 porque es la edad que tengo yo. Al final son inquietudes mías que comparto con muchos de mis amigos y con la gente que me rodea y que, obviamente, pues es gente más de mi edad. La sorpresa es ver que a alguien de 20 también le interpela, lo bonito es ver que, al final, en el sentimiento de la película nos encontramos todos. Precisamente en cuanto a las relaciones, el mundo de la gente de 20 años tiene una serie de conceptos que ya existían cuando yo tenía 20, pero que no estaban puestos ni aceptados de la manera en la que lo están ahora ni se hablaban con esa facilidad.
Nunca hubo una intención de hablar de mi generación ¿Por qué? ¿Porque los personajes están perdidos y no saben qué hacer? Eso le pasa a todo el mundo.
P. Esto ya me lo has contestado antes, pero quiero que me lo desarrolles ¿Crees que das respuestas? Planteas muchísimas preguntas, pero no sé si piensas que das alguna respuesta, especialmente con el final de la película
R. Yo creo que no, pero no lo sé, dímelo tú
P. Yo creo que tampoco
R. Aparte que, en cuanto a costumbres establecidas y aceptadas socialmente, partimos de la inmoralidad; pretender dar cualquier lección de nada… no tiene sentido. A mí no me interesaría, o sea, no es el cine ni la historia que me interesaría contar ni ver. Un artista con una visión muy clara… pues también creo que es aburrido. A mí los artistas que me gustan son los que te hacen reflexionar, los que te ponen delante una problemática y cuando te han soltado la bomba desaparecen y dicen: “ahí te quedas tú”. Como el teatro de Pascal Rambert. Esas obras de hermanas o “La cláusula del amor”. Al final estás con los dos personajes, entiendes a los dos personajes y los dos te parecen razonables. Lo que están diciendo y sobre todo lo que están sintiendo te interpela y, cuando se termina, no hay una solución. Si la hubiera, sería demagógico lo primero, moralmente peligroso y luego, sobre todo, artísticamente aburridísimo.
P. Al final ¿crees que consigues definir conceptos? Hay un momento muy tierno con el tema del poliamor en el que Ara se plantea si una relación poliamorosa sería más moral que lo que ellos tienen. Igual eso es lo que ha acercado la película a un público más joven
R. Sí, yo creo que ahí está ese punto de conexión con personas más jóvenes. Que Ara y Edu hablan de cosas que podrían existir, pero que no estaban en la conversación habitual, no estaban en el día a día como lo está ahora. Entonces en ese sentido sí que es verdad que es interesante que ellos se lo planteen, que piensen “si esto hubiese estado tan socialmente aceptado, a lo mejor seríamos una pareja poliamorosa”.
Edu y Ara están buscando palabras para definir lo que tienen y me parece un debate sano para que lo tenga cualquiera, pero también me apetecía hablar en la película de esta imposibilidad de definir lo que sentimos. En una época en la que tenemos términos para definirlo todo, a veces nos siguen faltando las palabras. Esa contradicción me parece muy interesante.
P. ¿Tienes – ahora que hablamos de palabras y de frases – alguna frase favorita de la película?
R. Uf… es que son como bebés tuyos. Si que hay una que dice Edu que es la de: “No creo en la fidelidad, pero si en los celos y en la posesión” que me parece como muy identificativa del egoísmo y del ser humano, de su ansia de poseer cosas y de su inseguridad también. Como que, en el acto de poseer a alguien, te sientes más tranquilo, más feliz o más fuerte, con menos miedo. Que no sabiendo dejar a otra persona que haga a su libertad, a su moral, a su conciencia, uno está más tranquilo que dándole una libertad que tú, por otro lado, sí te estás tomando. Y eso creo que es muy egoísta, que es muy feo y que es muy humano.
P. Ya hilando con el final te quería preguntar si hay alguna recomendación que nos puedas hacer para entrar más en el universo de “Tregua(s)”. Como estas ‘playlist’ de YouTube que se hacen a partir de las novelas sobre música. Qué no nos podemos perder si queremos entender mejor tu película
R. Ay qué interesante eso. Claro esto es como para reflexionar un rato… Pues una canción desde luego sería “Algo familiar” de Nouvelle Vague; cualquier película de Carlos Marqués-Marcet: “10.000 km”, “Els dies que viendran”… También “El apartamento” porque cualquier ‘playlist’ que tú hagas de lo que sea, aunque sea de cosas de pintura, pues pones “El apartamento” y lo vas a agradecer. “Anie Hall” también creo que es una película muy definitoria de ese cambio, de coger la comedia romántica o el drama romántico y empezar a buscarle relaciones reales de verdad. Creo que hasta ese momento todo era muy ‘hollywoodiense’ y es Woody Allen quien introduce esta deriva emocional y existencial del ser humano en las relaciones. Creo que al final, todas las películas que se adscriban un poco a ese género son mordeduras de Annie Hall.

Publicado
14 horas atrasel
30/11/2023Por
Andrea García
Publicado
16 horas atrasel
30/11/2023Por
AGENCIAS









